OPINIÓN

¿Qué determina que unos ciudadanos no sean iguales que otros?

El rey Juan Carlos crea una fundación en Abu Dhabi para concentrar los beneficios de su rapiña

El Rey emérito Juan Carlos I ha creado una fundación en Abu Dhabi junto a sus hijas, la infanta Elena y la infanta Cristina, con el objetivo de promover su legado tras cuatro décadas de reinado y gestionar la transferencia de su herencia. La entidad también busca beneficiarse de la ventajosa legislación fiscal de Emiratos Árabes Unidos.

Precisamente, hace un par de semanas se conoció que la Asamblea Republicana de Vigo ha denunciado ante la Fiscalía General del Estado y la Agencia Tributaria (AEAT) al rey emérito y las infantas Elena y Cristina por presuntos delitos fiscales y blanqueo de capitales. La entidad considera que la constitución en Abu Dhabi, por parte de Juan Carlos de Borbón, de una fundación con fondos multimillonarios para asegurar la herencia de sus hijos, demuestra que posee fondos en el extranjero que ha escondido a la Hacienda española, incluso tras dos ventajosas regularizaciones fiscales.

En los Emiratos Árabes Unidos (EAU) no existe el impuesto sobre la renta, ni el de sociedades; no hay impuesto a los salarios, ni sobre beneficios de empresa. Los no residentes, no tributan por los fondos transferidos, no importa dónde hayan sido obtenidos. Sí tributan los locales por los beneficios del petróleo.

La ventaja de crear una ‘Fundación’ por parte del Emérito Rey Juan Carlos radica en la baja fiscalidad del país del Golfo y en la discreción, ni siquiera es necesario hacer pública la identidad de los herederos tras un fallecimiento.

Cabe recordar que en marzo de 2020 la Casa Real comunicó que el Rey Felipe VI había decidido renunciar a la herencia de su padre, lo que también incluía a la Princesa Leonor. Esta decisión fue tomada en abril de 2019, aunque no se hizo pública hasta el año siguiente, cuando salieron a la luz detalles sobre la implicación de Felipe VI como beneficiario de la otra controvertida Fundación Lucum, con un acumulado de otros cien millones de euros, que se sepa.

En sí misma, esta ‘rimbombante’ declaración de la Casa Real española, ya presenta algunas contradicciones: ¿Cómo alguien puede renunciar a algo que todavía no posee? Las herencias solo son efectivas cuando el titular fallece, será cuando muera su padre, el momento en que podrá o no renunciar, hasta entonces es heredero legal, así lo dice la Ley. Cuando Juan Carlos de Borbón fue nombrado Rey, por el Dictador Francisco Franco, lo único que poseía era el apellido, además de ser el siguiente en la rama sucesoria de los borbones. Pero no tenía ‘ni una peseta’ por entonces. Su padre Juan de Borbón había dilapidado su mucha o poca fortuna. Desde ese momento, hasta que tuvo que abdicar en su hijo Felipe VI, su patrimonio, según Forbes y el New York Times, asciende hoy a unos 2.000 millones de euros.

¿Cómo ha sido esto posible, si su trabajo debería haberse ceñido a ejercer como Rey de España, y sus emolumentos están determinados en los Presupuestos Generales del Estado?

Nada más ceñirse la corona, Juan Carlos I nombra (en 1977) senador por designación real a ese supuesto descendiente de Cristóbal Colón, y lo hace embajador especial plenipotenciario permanente de España, así como administrador solidario al 50% –como pantalla de su propia participación– de todos sus negocios, empezando por el más rentable que hay: la venta de armas. En el verano de 1989 El Abdul Rahman el Assir (nuevo socio del Rey) negocia en Rabat la venta a Marruecos de siete aviones de transporte CN-235 fabricados por Construcciones Aeronáuticas (CASA). Cada aparato cuesta 1.100 millones de pesetas, así que el montante total del negocio ronda los 7.700 millones de pesetas. Por descontado, El Assir y sus socios (Prado, en nombre del rey, con el que es socio al 50%) se embolsan una cuantiosa comisión del 20% sobre el precio total, es decir unos 1.500 millones de pesetas. Las ventas de armas a Marruecos en esos años ascienden a más de 62.000 millones de pesetas en aquellas fechas, devengando las correspondientes comisiones para el trio: M.Prado, J.Carlos I y A.R.ElAssir.

La primera comisión fueron los 52 millones de pesetas por la venta del B. Zaragozano. Los regalos por más de cien millones de euros. Los yates, más de 70 coches de alta gama. Relojes de lujo. La finca La Mareta, regalo del rey de Jordania. Con la exención fiscal por parte de Patrimonio Nacional. Las comisiones por la concesión del ‘tren a La Meca’ y demás rapiñas…

Ahora, el objetivo es blanquear su figura, hacer habituales sus visitas (regatas, cumpleaños, jura de bandera de su nieta, un funeral, etc.), para volver a establecerse de nuevo en España, ‘como si nada hubiera pasado…’.

Está demostrado que el Rey Juan Carlos es un corrupto, que tuvo que abdicar y salir huyendo y lleva más de cuatro años viviendo fuera de este país, que monta una Fundación en Abu Dhabi para no devolver todo lo robado. Ahora este señor encarga a una periodista francesa que escriba sus memorias, y dice hacerlo porque ‘le están robando su legado’. El emérito no deja de sorprendernos y no solo como delincuente, sino también por cara dura, hipócrita y desalmado para con los españoles.

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