El juego de la mantis

El juego de la mantis

El tema común de este mes, “juegos de mesa”, es complicado para relacionarlo directamente con los insectos. Ajedrez, damas, dominó, cartas (poker, mus, etc), la oca… pufff ¿cómo relacionar esos juegos con los invertebrados? No se me ocurría nada, la verdad, hasta que, de repente, recordé la película El cazador (The Deer Hunter, 1978), dirigida por Michael Cimino y con un reparto fabuloso de actores entre los que destacan Robert de Niro y Meryl Streep (obtuvo en su momento 5 Óscar). Y en este caso viene a cuento con el juego peliculero —¿peliculero?— más famoso del cine y la literatura, también el más peligroso y letal: “la ruleta rusa”.

Básicamente, la trama de la mentada película es que tres amigos, amantes de la caza, que trabajan como obreros en una fábrica de fundición de acero de Pennsylvania, se despiden antes de ir a luchar como voluntarios a la guerra del Vietnam. El conflicto bélico cambiará la vida a todos ellos. Después del mismo, el protagonista regresa a Saigón para encontrar a Nick (interpretado por el conocido actor Christopher Walken) y cumplir la promesa que hizo antes del viaje de llevarlo de vuelta a casa sin importar las circunstancias. Al llegar a su destino lo encuentra y descubre que su mejor amigo está participando en el macabro juego al que sus raptores le obligaron a intervenir con maltrato físico y mental en la guerra. Se da cuenta horrorizado de que ha perdido la razón y está completamente trastornado. Solo tiene una oportunidad para que Nick recuerde quién es y vuelva a casa: arriesgar su propia vida participando contra él cara a cara en la ruleta rusa.

Pues bien, en el mundo de los insectos se puede hallar una similitud clarísima con ese juego… Se trata del apareamiento de las mantis religiosas. En dicho acto, el macho se la juega sin duda porque, tras el mismo, la hembra se lo come en un porcentaje de veces que, según estudios científicos, es aproximadamente un 40 % de los casos. El macho le trae a veces un saltamontes de “regalito” para que la hembra se entretenga degustando un buen manjar… Pero ni con esas, ya que en cuanto ella tiene oportunidad se lo merienda… ¿instinto básico? Y pensarán ustedes “vaya métodos de reproducción tan poco útiles para perpetuar la especie”… Nada más lejos de la realidad. Las mantis (orden Dictyoptera) se encuentran entre los insectos con mayor éxito evolutivo y entre los que menos han cambiado de aspecto y costumbres desde tiempos inmemoriales (se estima que ya existían hace 300 millones de años… tengan ustedes en cuenta que el ser humano moderno lleva sobre la Tierra unos doscientos mil años y, por desgracia, tal y como nos estamos comportando, nos falta poco para extinguirnos). Lo dicho: aparearse con una hembra de “Mantis religiosa” es, para el macho, jugar a la ruleta rusa…

Esperamos haber resultado amenos en la complicada comparación que nos planteaba este mes o, al menos, haberles sacado una sonrisa con alguno de nuestros comentarios. Para finalizar, solamente nos queda desearles un buen fin de año y un 2025 excelente. Y como es ya costumbre, les emplazamos, si ustedes son tan amables, a leer la revista que aparecerá el próximo mes. Gracias por estar ahí.

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