Minutos antes de la una de la madrugada de la pasada Nochebuena, los conductores que transitaban a la altura del kilómetro 37 de la M-50 comenzaron a llamar a los servicios de Emergencia: un vehículo transitaba a gran velocidad y aparentemente sin control por la cuneta, llevándose consigo alrededor de 50 metros de guardarraíl. Tres de los ocupantes, de poco más de 20 años, fallecieron en el acto. Uno de ellos salió disparado del vehículo. Una cuarta persona salvó su vida de forma milagrosa, después de que los bomberos lo rescataran del amasijo de hierros en el que estaba atrapado. Presentaba fracturas en ambas piernas y, tras ser atendido por Samur Protección Civil, ingresó en estado grave en el Hospital Clínico. Los cadáveres de sus tres compañeros fallecidos fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense. La Guardia Civil, que es quien ha realizado el atestado del suceso, está atenta a los resultados de estos análisis para determinar las causas del accidente. A día de hoy, todo apunta a que el siniestro respondió a una velocidad excesiva por parte del conductor del vehículo.
Los tres ocupantes eran de origen marroquí y vecinos del municipio de Rivas. Según afirmaron ayer familiares de la víctima, uno de ellos respondía al nombre de Osama y tenía 23 años y era el menor de siete hermanos. Trabajaba con su padre en una panadería situada muy cerca de la zona de Barajas. Casado y padre de un niño de cuatro años, Osama se encontraba poco antes del accidente cenando tranquilamente en compañía de su mujer y de una de sus hermanas. «Me voy a tomar algo con mis amigos», les dijo cuando terminaron.
Eran cuatro los que viajaban en el vehículo, tres jóvenes murieron en el acto (32, 21 y 20 años) y el cuarto resultó herido grave (24 años).