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Alirongo, alirongo, alirongo…

Resulta que el presidente del Gobierno de España ha impulsado un “estado de alarma” que dura hasta mayo…. Supongo que será por aquello de la pandemia.

Resulta que en el mes de junio decidió reabrir los cien hoteles que componen la cadena pública del Estado PARADORES, esa que les viene tan bien que sea tan poco conocida por el pueblo llano a pesar de tener más de 90 años de historia. Y yo le dije entonces a quien conmigo sobrevive en estos tiempos: “¡Pero esto supone repartir el virus por toda la geografía española, islas incluidas, en plena imprudente desescalada!”.

Resulta que al terminar la temporada veraniega, el presidente de Paradores, Oscar López, antiguo secretario de Organización del PSOE difunde, también a los cuatro vientos que la ocupación de PARADFORES ha sido espectacular con una media de más del 80% de habitaciones y miles y miles de alojados, que también han comiso y desayunado en sus restaurantes. Para ello hicieron unas demagogas campañas, tirando los precios, mientras algún empresario privado de la hotelería se tiraba por la ventana al ver como se arruinaba,  mientras no cabía un alma en PARADORES. Extraña ayuda está a los hosteleros por parte de la Ministra del Ramo y comparsa, que es de quien dependen PARADORES.

Y llegó el otoño, y mis previsiones en contagios y desmadres se quedaron cortas. Y no solo no se cortaron un pelo visto lo visto, sino que siguen abiertos y “empujando”, a Puentes y Navidades, mientras decretan el medio año de alarma. Pero ¡alirongo, alirongo, alirongo…!

Resulta que la presidenta de la Comunidad de Madrid, que no tiene sitio para un bicho más, se pone a jugar al “Palé pandémico” cerrando y abriendo calles y poblaciones. Y que aquí muy cerquita tenemos una, que es Chinchón, que mira por donde, tiene Parador. Y le digo yo a quien conmigo sufre la coherencia de ser cívico: “En el puente de todos los difuntos van a llenar Chinchón y alrededores de algunos difuntos más, ya que como pueden ir los madrileños…”. Y se llenó al completo en el Puente el Parador y la Plaza y sus restaurantes. Y claro, a los dos días, noticia de la presidenta avalista: “Vamos a confinar Chinchón”, pero eso sí a la 000:00 horas del día 9 para que los madrileños  y madrileñas pudieran volver a lo propio en el Puente de la Almudena. Nuevamente Parador y plaza a morir, de llenos me refiero. Ahora ya sí está confinado y reinfectado. Pero ¡Alirongo, alirongo, alirongo…”

Resulta que nos repiten hace unos meses hasta la saciedad desde todos los medios posibles que este año era imprescindible vacunar contra la gripe al 80 % de la población española, por aquello de que ellos sabían lo que habían hecho en verano, y no querían que se les juntaran los bichos estivales con los del otoño, y el caos sanitario que ya sabían que iban a organizar.

Que habían comprado no se cuantísimos millones de dosis de vacunas; que iba empezar este año antes la campaña de vacunación (todo esto sin personal sanitario y con los  Centros de salud con el cierre a la mitad).

Y resulta que aunque la población sigue tan reacia como siempre a vacunarse de la gripe ¡se les han terminado ya as vacunas¡ y en numerosos lugares de España, y entre ellos RIVAS VACIAMADRID, interrumpen las citas y las vacunaciones por falta de dosis. Hasta el punto de que el Alcalde de Rivas, al parecer, ha tenido que dirigirse a la excelsa presidenta para que manden vacunas, por favor.

Aunque no tenemos que preocuparnos, pues la presidenta, que ya lo fue de Aval Madrid, está construyendo un inmenso y multiplicadísimo en presupuesto “hospital” que lo va a resolver todo, sin personal, y cogiendo al poco que queda en otros centros públicos sanitarios. Ya se sabe las famosas “por necesidades del servicio”. Esa “trampa oficial” que históricamente le sirve a la parte más chusca de la Administración para todo. Sobre todo para ellos.

Y el dúo difuso “SanhezAyuso” ¡Alirongo, alirongo, alirongo…¡

Illa sigue en su silla, y el expertísimo D. Simón haciendo méritos para acompañar a Doña Celia Villalobos en “Masterchef celebrity” en cuanto nos descuidemos. Pero ¡Alirongo, alirongo, alirongo…!

En un alarde de “corrección política” o en mi opinión peloteo indigno e incierto no paro de escuchar en los medios la maravillosa responsabilidad de la ciudadanía en el uso de la mascarilla, y en su civismo. Y yo, cada vez que salgo por el pequeño espacio que todavía puedo deambular al aire libre, sorteando ciclistas como si estuviesen en Le Mans y autorizados oficialmente (¡de forma tan incomprensible como peligrosa!) para ir a desenmascarados y convertidos en meteóricos aerosoles vivientes sobre ruedas, veo a una inmensa parte de congéneres  sin mascarilla, que se ponen unos segundos a trote cochinero cuando te ven para disimular. Otros que la llevan a media asta, bajo la barba o recogiendo el maquillaje del día. Otros que la portan muy cuidadosamente a modo de limosnerita de niña de comunión colgadita, del brazo a la altura del codo; otros que, directamente no la llevan. Y otros, naturalmente que sí.

Pero lo que no veo es ni un solo coche de la municipalidad (ya sé que hay muy pocos), ni por supuesto y por lo mismo, el más menos atisbo de miedo al riesgo de que les impongan una multa a los supuestamente “cívicos desenmascarados”. ¿Y el ayuntamiento de la localidad? Pues ¡Alirongo, alirongo, alirongo.

Y cuando me pregunto todo esto por qué?: solo encuentro una respuesta: Alirongo, alirongo, alirongo… el sombrero me lo quito y me lo pongo.

 

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