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El matriarcado de los insectos

Dentro de los hexápodos y muchos otros artrópodos cuyas formas de vida y costumbres no contemplan organización social alguna, el asunto de las diferencias entre hembras y machos no tiene relevancia alguna en el tema tratado este mes, puesto que más bien se reduce a la manera de buscar pareja para efectuar labores reproductoras. Sin embargo, en cuanto nos topamos con los escasos ejemplos en el mundo de los insectos en los cuales tienen sociedades organizadas que, si bien son pocos, son muy relevantes y conocidos: abejas, hormigas y avispas, vemos que, curiosamente, siempre se trata de sociedades matriarcales basadas en el liderazgo de una hembra: la reina, en las cuales el papel de los machos es absolutamente secundario y prácticamente queda relegado al asunto de la reproducción. En los dos primeros casos, y basta recordarles el capítulo del mes anterior, dedicado a las comunicaciones, se trata de sociedades extremadamente complejas.

Abejas

Las abejas comunes establecen un comportamiento social extremadamente complejo. La división del trabajo dentro de la colonia es consecuencia de cambios fisiológicos relacionados con la edad de las obreras y con la variación genética que hace que realicen diferentes tareas. Los estudios modernos están mostrando que muchas de las conductas realizadas por las obreras están determinadas genéticamente (comportamiento defensivo, comportamiento higiénico, etc.) y que además hay variación genética entre poblaciones en el desempeño de tareas como recolección de agua, néctar y polen. Igualmente algunos aspectos del comportamiento social, como el control de la reproducción en las castas estériles, también están bajo influjo genético. De esa manera, se ha visto que los patrones de comportamiento están determinados por componentes tanto ambientales como genotípicos. Como es bien sabido, una colonia de abejas melíferas basan su organización social en tres castas: reina, obreras y zánganos.

Hormigas

Los modelos estructurales en los hormigueros pueden variar desde las especies que mantienen colonias lideradas por una sola reina hasta otras cuyas relaciones internas son dignas de cualquier sociedad humana, apareciendo clanes liderados por princesas y obreras fieles, con episodios de agresión contra la reina madre y su propia guardia pretoriana. Se observan escenarios que sugieren que son las obreras las responsables de la eliminación de las reinas y princesas en su caso. La diferencia con las sociedades humanas es precisamente que el papel de los machos en estos “episodios históricos épicos” es irrelevante y son las hembras, bien sean reinas, princesas u obreras, las que tienen el protagonismo absoluto. Se establecen luchas en las que gran parte de las princesas que eclosionan en el nido madre son eliminadas por las obreras fieles a la reina madre. No obstante, a veces una o varias princesas sobreviven y dividen el nido provocando la fisión entre los nidos madre e hijo y de esa manera, en numerosas especies de hormigas, se fundan las nuevas colonias.

Avispas

Los nidos de las avispas sociales comunes en nuestras latitudes (“Vespula vulgaris”, por tomar un ejemplo) se empiezan a construir por una reina que habitualmente ha invernado bajo la corteza de algunos árboles u otros refugios similares. La reina comienza el nido haciendo una sola capa o cubierta y bajo ese dosel se construye un tallo al que se unen varias celdas en las cuales se colocarán los primeros huevos. Dicho nido alcanza el tamaño de una nuez antes de que las primeras trabajadoras estériles se hagan cargo de su construcción. La reina entonces continúa trabajando en el exterior y añade varios niveles hasta que haya suficientes trabajadoras para hacerse cargo de la construcción del nido, dejando a la reina centrarse en la reproducción. Al final, el tamaño del nido será un buen indicador de la cantidad de hembras trabajadoras que hay en la colonia. Con el tiempo, los avisperos pueden llegar al tamaño de pelotas de playa.

Cien años de soledad

En la novela Cien años de soledad se establecen conexiones entre las estructuras sociales de hormigas y abejas y la sociedad humana, señalando elementos asociados con lo masculino en el hormiguero, y con lo femenino en el caso de la colmena. Se puede analizar la parte que escenifica la ascensión de Remedios, en la cual se menciona a la abeja reina y, en los últimos capítulos, las apariciones de hormigas en la casa de los Buendía como una colmena dominada por las mujeres pero amenazada por las fuerzas destructoras masculinas representadas por hormigas que ponen en peligro la estabilidad social. Bajo esa interpretación, la aniquilación final de Macondo se precipitaría al no poder mantener el equilibrio entre el orden natural y el orden social.

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