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Los centros concertados no son Escuela pública

EscuelaPública

Ha pasado más de un mes de la aprobación de la nueva Ley de educación y parece que se ha calmado el ruido mediático. Quizá, ahora, sea un momento oportuno para pensar en el sentido de la escuela pública y por qué la educación concertada, y menos la privada, no son opciones válidas.

La idea de escuela pública tiene un largo recorrido y un buen abanico de adjetivos que la definen: gratuita, abierta, democrática, inclusiva,  investigadora y científica, laica… es una escuela que como recoge el eslogan es de tod@s y para tod@s, ofreciendo una vivencia educativa de calidad que ayude al desarrollo de personas formadas, participativas, críticas, solidarias, comprometidas con el avance social que permita una vida digna de todos sus miembros, así como el cuidado y mantenimiento del medio ambiente.

Desde que en los años ochenta se admitieran los centros concertados para cubrir las limitaciones, o ausencia, de escuelas públicas se ha producido un desarrollo contrario a los intereses generales. En lugar de poner el énfasis en dotar de recursos a todo el sistema para garantizar la mejor educación de toda la infancia, se han ido destinando recursos para asentar una doble red que va en contra de la idea principal. No es de tod@s, ni para tod@s.

La primera condición de una escuela pública es que esté abierta y permita el acceso de todas y cada una de las personas acogiéndolas en un espacio integrador que les ofrezca las vivencias y los medios para alcanzar su mayor nivel de desarrollo, a partir de la convivencia y el hacer con los demás. El aprendizaje siempre se construye en el contacto y la relación con el otro.

Y esta premisa impide considerar a los centros concertados como escuela pública. Son centros que buscan atender a una parte de la sociedad, a los que tienen determinadas características económicas y sociales, y que utilizan diversos tipos de estrategias para evitar que se incorpore cualquier otro tipo de alumnado.

Vivimos en una sociedad diversa, con múltiples opciones de vida y de creencias, con diferentes recursos y capacidades, que ha optado por una convivencia respetuosa, democrática y que ofrezca oportunidades para vivir a toda la ciudadanía, infancia incluida. ¿Cómo y dónde esperamos que se eduquen las criaturas en la convivencia y el respeto a los que no son, o piensan, como ellas, si de entrada les ofrecemos un entorno cerrado y excluyente?

Las escuelas deben estar abiertas a esta diversidad y a su entorno. Ofreciendo estructuras democráticas de participación que posibiliten una vivencia y un aprendizaje de modos de relación abiertos, respetuosos e inclusivos desde el reconocimiento de la dignidad y la igualdad de derechos de todas y cada una de las personas.

De acuerdo con estas ideas, se trata de seguir avanzando conjuntamente, familias, profesionales y toda la sociedad en su conjunto,  hasta conseguir que la vivencia escolar no sea desde el autoritarismo, la imposición, la repetición, la pasividad… sino que esté llena de preguntas, de descubrimiento, de emoción, de respeto, de diálogo, de diferencias, de conflictos, de convivencia que ayude a integrar ese modo de ser y estar en la esencia de todas y cada una de la personas que en ella se forman.

No se puede aprender lo que no se vive. Sin relación, sin vivencia común, sin respeto, sin inclusión, sin democracia… no podemos esperar que dentro de unos años tengamos una sociedad que funcione bajo esas premisas.

En estos momentos, salvo honrosas excepciones, este tipo de escuela no deja de ser una utopía. No obstante en la medida que luchemos y defendamos esa idea seguiremos avanzando para hacerla posible.

Colectivo EQS – Miembros del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (http://www.mcep.es)

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