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Comunicado del Grupo Municipal de Rivas Puede sobre el polideportivo de la Luna

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La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Rivas ha aprobado esta misma mañana una serie de medidas, entre las que se cuenta la concesión definitiva de la construcción y gestión del Centro Deportivo del Barrio de La Luna a una de las empresas concursantes. Por la expectación que este proceso de concesión ha levantado, y por la repercusión que sin duda tendrá este centro en la población de Rivas (no sólo en las y los habitantes del barrio de La Luna), el grupo municipal Rivas Puede quiere hacer partícipe a todas y todos los ripenses de los motivos que nos han llevado a dar nuestro apoyo a este proceso.

 

En primer lugar queremos recordar que Rivas es conocida en toda la Comunidad de Madrid como una de las ciudades en las que es más frecuente la práctica del deporte, en una gran cantidad de modalidades. Dejando a un lado aquellas que no requieren una instalación deportiva específica, las y los practicantes de deportes o actividades saludables que sí lo necesitan suman 220.000 usuarios y usuarias al mes, según los datos de usos recogidos en instalaciones deportivas municipales. Se practica la gran mayoría de las disciplinas deportivas de equipo (con la histórica y relativamente inexplicable del balonmano) y la gran cantidad de clubes que canalizan esa práctica deportiva da fe de ello. A riesgo de resultar injusto, se puede decir que el número de personas practicantes de fútbol, fútbol sala, baloncesto, natación, voleibol, etc., está entre los más altos de los municipios de la región.

Por otro lado, Rivas no ha parado de crecer, incluso en plena crisis económica. El crecimiento se ha visto ralentizado respecto a la época de “bonanza”, pero no se ha detenido. El ritmo de crecimiento en los últimos años ha sido de alrededor de 1.000 nuevas y nuevos vecinos cada año, una cifra que, en comparación con otros municipios de similares características, sigue resultando muy significativa. Para que las personas que viven en Rivas puedan tener una referencia que permita visualizar lo que esto implica, diremos que la última gran instalación deportiva que se hizo en la ciudad (el polideportivo Parque Sureste), fue abierta al público en 2002. Por entonces, el municipio contaba con un censo de 35.660 habitantes. Ahora mismo, las últimas cifras nos dicen que somos ya más de 87.000 ripenses censados. Una enorme diferencia de 52.000 habitantes nuevos en poco más de 15 años.

Este crecimiento espectacular trae, sin duda, problemas de difícil gestión. Los diferentes gobiernos que han dirigido la ciudad en esos 15 años han ido dando respuestas a medida que se creaban las necesidades, pero la crisis económica que comenzó en 2008 cambió radicalmente las reglas del juego. La legislación estatal posterior ha ido maniatando a los ayuntamientos en toda España y ha agravado las cosas, determinando que el margen de respuesta municipal a las necesidades que seguían aumentando haya sido cada vez más reducido. De esta forma, esos 52.000 nuevas y nuevos vecinos han ido llegando a nuestra ciudad con las mismas necesidades que los que llegaron antes, pero en unas condiciones económicas generales que han impedido que la respuesta a sus requerimientos pudiera ser atendida con la presteza que antes se pudo hacer.

El perfil medio y más habitual de esos nuevos vecinos es, a grandes rasgos y como es bien conocido, el de una pareja joven con al menos un hijo (o próxima a tenerlo), de entre 30 y 40 años de edad y un nivel económico medio-alto. En definitiva, el tipo de perfil que hace que la práctica deportiva y de actividades saludables sea una necesidad a corto plazo no sólo para sus hijos, sino para ellas y ellos mismos.

Al mismo tiempo, tal y como avanzábamos en un párrafo anterior, la legislación que el Partido Popular (PP) ha ido poniendo en práctica en los últimos diez años (significativamente, la derivada de la modificación del artículo 135 de la Constitución, que ha permitido leyes como la conocida como Ley Montoro, pero no sólo) ha llevado a los Ayuntamientos en su totalidad a una situación no sólo de asfixia económica, sino de imposibilidad legal de afrontarla. Con la coerción en el aspecto económico-financiero, han llegado las limitaciones drásticas en materia de contratación de personal, algo que ha agravado, más si cabe, las dificultades para abordar las competencias municipales (y también aquellas otras que, sin serlo, han ido recayendo en los ayuntamientos procedentes de las comunidades autónomas, sin que hayan venido acompañadas de los recursos financieros para afrontarlas).

El panorama que hemos dibujado puede resumirse en lo siguiente: la práctica deportiva y de actividades saludables ha crecido de forma espectacular en Rivas; la situación económica y los cambios en la legislación estatal han impedido afrontar esas necesidades, y aun hoy en día siguen haciéndolo; valoramos que no hay expectativas razonables de revertir a corto plazo (uno o dos años) esa situación. Como corolario de todo ello, la conclusión a la que este grupo municipal ha llegado es que si queríamos dotar a Rivas de una nueva instalación deportiva, teníamos que hacerlo creando una excepción (dolorosa pero sumamente justificada en nuestra opinión), a las políticas de gestión pública que siempre hemos defendido y seguimos defendiendo. En otras palabras: el centro deportivo había que hacerlo, pero los medios del Ayuntamiento no bastaban en modo alguno para abordar su construcción, gestión y mantenimiento de forma municipal directamente. Por eso hemos dado nuestro visto bueno a una decisión que implica apostar por una inversión y una gestión privada.

 

Para compensar lo que esa decisión tiene de anómala respecto a las políticas que defendemos, hemos vigilado para que las condiciones en que deberá realizarse la gestión privada cuenten con numerosos mecanismos de control, que garanticen tanto que los precios no se alejen de los que el Ayuntamiento marca en sus instalaciones propias, como que el servicio se preste con un alto nivel de calidad y cualificación. No hemos ahorrado medidas que procuren que, especialmente en el campo de la contratación, las consecuencias de esa gestión privada no derive hacia un trato injusto hacia las y los trabajadores. El suelo cedido por el Ayuntamiento para posibilitar esta colaboración entre lo público y lo privado no se pierde, sino que revertirá al mismo al cabo del periodo establecido para la concesión, lo que permite asegurar que no exista pérdida de patrimonio.

Sabemos que en ciertos sectores de la población (incluidos algunos de nuestra propia organización) esta excepción a las políticas de gestión municipal han sido vistas como algo inaceptable. Sin embargo hemos de señalar de forma determinante la falta de alternativas que se nos han ofrecido para solucionar un problema real y evidente de gestión al que pensamos que estamos obligados a responder, como parte del gobierno municipal que somos.

Más allá de lo desacertada que haya podido ser nuestra forma de plantear este problema ante las y los afiliados a Podemos en Rivas (con muy poco tiempo, lo que ha motivado una imposibilidad de debate adecuado, cosa que reconocemos), lo cierto es que en nuestro grupo municipal tenemos el convencimiento de que es responsabilidad nuestra buscar las mejores opciones posibles para cumplir con la obligación de facilitar a la ciudadanía ripense la satisfacción a demandas necesarias que la misma tiene. A veces (como creemos que es el caso) eso no puede conseguirse sin hacer alguna excepción. De hecho nuestro programa electoral, en su página 29, dice en el epígrafe “En Rivas Puede Proponemos”: “Evaluación y valoración de las infraestructuras deportivas existentes para conocer sí son suficientes y el estado en que se encuentran. Aplicación de criterios objetivos y equilibrados y estudio de espacios destinados al uso deportivo valorando la eficacia/eficiencia por encima de la rentabilidad.”

Las seis concejalas y concejales de Rivas Puede seguimos teniendo el firme convencimiento no sólo de que la inversión y la gestión pública es preferible a la privada, sino que también suele arrojar mejores resultados. Pero estamos dispuestos a considerar aquellas situaciones en las que no sea posible construir algo de esa forma, y sin embargo haya que hacerlo. Esperamos haber acertado en nuestra decisión, porque honestamente creemos que es la mejor posible.

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